“Que sigas cumpliendo muchas metas. Hoy cumpliste una de tantas. Que tengas un excelente camino y siempre estés lleno de éxito. Te extrañaremos en Nido A.”Fue la nota que dejaron las guías Montessori de la salita Nido A que dejó para “egresar” a Nido B. Cuánta emoción! Ya no es un bebé chiquito que llegó a dormir y comer la mayor parte del día. Ahora es un bebé grande, que se sienta a comer tres papillas al día, que toma objetos con la mano y los arroja al suelo, que observa todo tipo de movimientos y reconoce a las personas a su alrededor.
Nido A es el primer salón de la guardería, al que ingresan los bebés desde los 45 días de nacido hasta que cumplan la característica de sentarse solos y sostenerse por si mismos; que toma objetos con la mano en posición de pinza; que demuestra actitud de gateo; entre otras características. No importa la edad que tenga, pueden ser 5, 7, 9 meses. Lo que importa es su grado de evolución, dentro de los parámetros normales de desarrollo. Esto fue una de las primeras cosas que aprendí del método Montessori: cada niño tiene sus tiempos y el cambio de un nivel a otro dependerá de su evolución.
En Nido A recibió un montón de estímulos, es impresionante la cantidad de actividades que realizó. Yo fui aprendiendo a la par sobre la filosofía Montessori. A pesar de que es un bebé y muchos podrán decir «no se da cuenta de nada». Si, se da cuenta de todo! Escucha, siente, observa, huele, toca dentro del ambiente que por empezar esta preparado para descubrir todos los sentidos. Camitas alrededor del salón sobre las paredes y al ras del suelo dónde duermen sus siestas. Al centro una colchoneta que sirve de espacio de juegos. A un costado una alfombra para aquellos más inquietos y un espejo dónde a diario se observan y comienzan a reconocer su cuerpo, su rostro. Niditos o almohadones en U que ayudan a sostenerlos hasta que de a poquito van tomando fuerza para sentarse. Canastas de juegos didácticos: pelotas, animales de peluche, mantas con texturas. Gimnasios, móviles que los divierte por un buen rato.
Todos los días realizaba una actividad diferente: clase de música con el señor que llegaba con sus instrumentos y les cantaba con dulzura; tinas de semillas dónde se “bañaban” sintiendo las texturas; lluvia de pelotas de colores; observar y tocar burbujas, escuchar sonidos como el xilófono, pandero, guitarra; manipular listones y papel celofán; observar las luces de una lámpara; sentir en el cuerpo plumas de colores, manipular pintura digital y llenarme de dibujos con sus pies y manos el cuaderno; sentir mascadas de colores en el rostro; escuchar cuentos; agitar cascabeles; escuchar el sonido del silbato; texturizar globos con harina; manipular espuma de afeitar… y tantas otras originalidades de las guías que lo acompañaron a desarrollar todos sus sentidos con estas actividades Montessori!
Realizó también muchos ejercicios corporales; aunque su fuerte es la concentración y la observación gracias a lo cuál se ganó el apodo de «Líder del grupo». No le quedó de otra, tuvo que practicar un poco con el cuerpo: flexiones de piernas, masajes en las piernas, fortalecer brazos, rodar por el piso y sobre la pelota, ejercicios boca abajo… y reír, mucho!Comenzó a comer tres papillas al día! Estira los brazos para tomar su biberón. Aceptó todo tipo de alimentos, y hasta pidió doble porción que siempre comió totales! Como no gustarle, si eran variadas, sabrosas y vistosas.
Conoció algunos animales domésticos y los sonidos que realizan, se le presentaron las frutas y sus sabores, comenzó a identificar las partes del cuerpo, los colores, trabajó actividades para conocer los miembros de la familia y descubrió algunas tradiciones como la del día de muertos, cuándo vestimos una calavera para colaborar con la ofrenda de la guardería.
Cuantos recuerdos tiene su cuaderno con el informe diario. Cada día una emoción para mi leer lo que hizo y una descripción de como se sintió! Una satisfacción saber que estuvo tan bien cuidado y estimulado durante mi ausencia. Amé esta escuela durante sus primeros meses, cuándo tuve que dejarlo para regresar al trabajo. Tranquilidad, alegría, descanso, satisfacción, amor, gratitud. Es todo lo que puedo sentir hacia las guías que lo acompañaron durante todos estos días a los que no faltó casi nunca! Verlo llegar y salir con una sonrisa me lo decían todo. ¡Gracias Nido A! También te extrañaremos.
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