Abrí el libro «el secreto de la infancia» en una página cualquiera y me encontré con algunas reflexiones que me resultaron muy acertadas en estos tiempos de alta convivencia en casa en familia.
Nosotros somos 2 y aún así, hay días que nos estorbamos, entramos en conflicto continuamente. Cuando yo quiero comer, o tengo que hacerlo por mi horario de trabajo, él no tiene hambre. Yo empiezo por la comida, él va por el postre. Llega la hora de dormir y tiene mas pilas que nunca. No quiero que duerma siesta y él cae rendido. Estoy trabajando y él quiere jugar… y así sucesivamente. Este texto me ayudó y por eso te lo comparto aquí!
Los dos estados psíquicos, el de los niños y el de los adultos, son tan diferentes entre sí que la convivencia se torna casi imposible si no recurrimos a adaptaciones.
El secreto de la infancia – María Montessori

Empezando por entender que somos inevitablemente diferentes. Y según nos explica el método Montessori, la adaptación casi siempre es desfavorable para los más chicos por estar en inferioridad social frente al adulto. Por ejemplo, cuando reprimimos los actos de los niños en el ambiente dónde estamos, o cuando elevamos nuestra voz pidiéndole silencio, quietud y lo obligamos a «portarse bien», son momentos donde el niño encuentra al gigante adulto que le impide el ingreso al mundo. ¿Te has puesto a pensar en ello? Yo no lo había pensado así y por el contrario, muchas veces me he situado en el lugar de la parte afectada por no lograr que el me hiciera caso.
Ahora, antes de entrar en ese estado pienso primero en : 1) que estoy haciendo yo para generar ese momento de conflicto? Muchas veces me doy cuenta que la que estoy de mal humor o cansada yo soy y eso lo contagió. Y 2) cómo me sentiría si estuviera del otro lado, del lado del niño? Claramente haría lo mismo que él hace. Solemos ponernos a la defensiva y cerrarnos en nuestro único punto de vista. La empatía entonces noa ayuda a nivelar , mediar entre ambos.

Según Montessori, lo hacemos instintivamente, en actitud defensiva, en defensa de nuestro ambiente establecido que se ve invadido por el invasor: las nuevas generaciones. Los niños están más despiertos que nunca y nosotros queremos que vayan a dormir. Ellos quieren correr, gritar y nosotros pedimos que se queden quietos. Y así, sin darnos cuenta, les privamos de la noche porque deben de dormir; de disfrutar la tierra porque no pueden ensuciarse; de conocer sus propios logros por miedo a que se lastimen. Son ejemplos, de cómo sin darnos cuenta queriendo hacerles el bien, la verdad es que vamos en contra de sus necesidades y generamos el conflicto no sólo con ellos, sino también con nosotros mismos. Porque quisiéramos actuar de otra manera o ser más permisivos. Pero las exigencias, las cuentas, las responsabilidades, los horarios nos llevan a ellos.

Y entonces, ¿cual es la mejor opción? Porque estoy segura que muchas veces, al menos en mi caso, no lo hago consciente ni con el deseo de crear un ambiente hostil. Sino que por necesidad: de trabajar, de limpiar, de cumplir horarios, de descansar, de conversar entre adultos… sigo leyendo y encuentro una respuesta en el artículo unos párrafos siguientes:
El adulto debe intentar interpretar las necesidades de los niños, a fin de acompañarlo y asistirlo en sus cuidados, preparándole un ambiente adecuado.
El secreto de la infancia – María Montessori
Una vez más aparece el ambiente preparado como la solución o ayuda a conciliar los intereses de ambas partes. Solo así podremos lograr el equilibrio, y ser compañeros, no rivales, aún dentro del mismo ambiente. Ayudarnos mutuamente, convivir. Claro que el ambiente por si sólo no hace todo, pero si ayuda mucho. Contiene, abraza y respeta sus necesidades cuando están en un ambiente preparado para ellos. ¿Les ha pasado de ir a un restaurante sin área de niños? Definitivamente hace la diferencia cuando vamos a comer a algún lugar con espacios abiertos, aire libre, tierra y si hay otros niños mejor aún. En casa es lo mismo. Es imprescindible crear ambiente preparados para los niños en casa, integrarlos con nuestra rutina. Empatar ambas actividades!

Me queda claro que no siempre se puede conciliar al 100% ni en casa, ni en otro lugar, los intereses de ambos son claramente distintos. Y muchas veces alguna de las partes tendrá que ceder. Como adultos decidiremos cuándo y por qué. Pero definitivamente, entender lo que le pasa a la otra parte y saber que podemos hacer para no generar conflicto cómo preparar los ambientes nos ayudará a buscar esos espacios y aprender a manejarlos a favor de ambas partes. Sin dudas está en nosotros.
Si la personalidad de los niños debe ser educada a través de su desenvolvimiento, y si éste es más débil, entonces se vuelve necesario que la personalidad del adulto que prevalece se vuelva más pasiva, y recibiendo la orientación que el propio niño le ofrece, considere como una honra el poder comprender y seguir al niño.
El secreto de la infancia – María Montessori

¿Qué te pareció esta lección de María Montessori? ¿En qué te dejó reflexionando? Cuéntame, escucho! todos los puntos de vista siempre son bienvenidos!
Buf… Me veo totalmente reflejada… Y tan perdida en tantas ocasiones. Por ejemplo, hace un rato, sé que quiere dormir, porque su ritual es no para de quejarse, no quiere que le coja ni que no le coja, quiere teta y a la vez no, sube, baja, me pellizca, intenta treparme para tirar algo, no se acomoda ni si estoy sentada, ni tumbada, ni de pie, se mueve de un lado para otro con gritos constantes que al final me ponen la cabeza a mil y llega un punto en el que le pido ¡silencio! Quizás puede pasarse una o dos horas así, hasta que se consigue dormir, me agotan ciertas situaciones y no sé cómo mejorarlas.
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Te entiendo . Por eso me gusto este tema , porque también me cuesta manejar situación donde yo quiero algo y él quiere otra cosa . Solo me ha servido 1. Retrospectiva 2. Intentar entender que lê está pasando a él 3. Buscar ambientes donde los dos estemos cómodos y podamos hacer lo que nos gusta
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