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Nuestra experiencia con la lactancia

Yo la lactancia la disfrute, y mucho! Fueron 10 meses se sentirme la vaca lechera mas poderosa del mundo para mi bebé. Y él la disfrutó conmigo, por eso digo que fue NUESTRA experiencia, un trabajo de equipo. Fueron meses de conexión, de entendimiento, de dar y recibir, de aprender y también ceder, de confiar y sobre todo de  mucha paciencia. Estoy a favor de la lactancia materna, por todo lo que implica para la salud y para el ser: el ser mamá, el ser bebé. Estoy a favor de fomentarla y de compartirnos nuestros mejores secretos, entre mujeres.

No estoy en contra de quien no quiera o sienta que no pueda hacerlo, por la razón que sea. Entiendo también que hoy en día, dónde la mujer atiende a sus hijos, la casa, el trabajo, la familia, etc. etc. … hoy en día que decidimos ocuparnos de nuestro bienestar físico y mental; no es fácil prolongar mucho tiempo la lactancia. Pero sé que tampoco es imposible. El tiempo que decidamos dar la teta es respetable en cada mujer.

No es fácil comenzarla y menos continuarla si hablamos de lactancia exclusiva cuando tenemos que, por ejemplo, volver al trabajo u a otra actividad que nos desconcentre de este momento.  No soy una experta, fue mi primer experiencia y resultó buena. Me dejé aconsejar y cuando llegó el momento también seguí mis instintos, me dejé fluir. En este post quiero compartir aquellos consejos y aprendizajes que a mi me sirvieron.

Primeros días, conocernos

«El bebé tiene que estar en la tera durante la primera hora de nacer, de lo contrario la lactancia fallará». Este fue el único consejo que no seguí. Por las condiciones del hospital dónde decidí tenerlo, cuando nació lo vi, lo tuve conmigo un ratito pero luego se lo llevaron al «cunero» y como era de noche, recién lo tuve en brazos tranquila al otro día en la mañana. Fue parto normal, pero tenía los efectos de la anestesia. Sentí feo, pero confié y dormí lo más que pude. Descansé tranquila y esto me ayudó mucho.  En la mañana, cuando llegó estaba tranquilo, dormido. Enseguida lo primero que hice fue ponerlo en el pecho. No parecía tener hambre pero lentamente chupaba. Pasamos el día entre visitas y primeras miradas, sonrisas y ternuras; chupaditas de teta entre sueño y sueño.

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Primera semana, contacto

Durante los primeros días en casa decidí contratar una enfermera que me acompañara en la noche y, a pesar de que a algunas amigas les sonó exagerada mi idea, hoy puedo decir que fue la mejor decisión que tomé. Al llegar a casa del hospital, y al estar los dos solitos, me sentía insegura. Mamá primeriza. Mamá soltera. Mamá extranjera. ¿Cómo le voy a hacer? Tenía un grupo grande de mujeres alrededor, pero en casa, de noche; éramos él y yo, en nuestra intimidad. Esa primera noche la enfermera me dijo «todavía no te bajó la leche» al tocar mi pecho. Y entonces… volví a confiar y tranquilizarme. Ya bajará, pensaba. Tercer noche que tomaba leche de fórmula, no me negué. A la mañana siguiente, gracias Dios! bajó la leche. Mis pechos comenzaron a ponerse duros y comencé a probar las pezoneras que una compañera de trabajo me regaló. Parecían grandes para su boquita chiquita, pero me sirvieron para que él aprendiera a chupar. Lo veía cómo se llenaba y se dormía. Se tranquilizaba en la teta. Yo estaba feliz, que sensación mas linda! Placer, amor, paz, alegría. En la noche cuando llegó la enfermera me recomendó un baño de agua caliente que me vino de 10! Me relajé y a partir de ahí nos empezábamos a entender.

Primer mes, organización

Teta cada tres horas, para no bajar la producción, y para que él estuviera bien alimentado. Le daba de una y luego de la otra. O, si se llenaba y se dormía, aprovechaba con el saca-leche para sacarme las poquitas gotas que quedaban y así, cada dos o tres días juntaba una toma extra. Aclaro que es tardado, gota a gota, cada onza que juntaba era conservada como oro. La guardaba en bolsitas en el congelador y las usaba cuando tenía que salir. Entonces él tomaba en mamadera (lo cuál me sirvió para que se acostumbrara a cualquier opción). Durante el primer mes, seguí usando las pezoneras y las ponía en el esterilizador entre toma y toma. Usaba una crema para los pezones después de las tomas. El lugar y la posición eran importantes: tenía dos sillones uno en el cuarto y otro en el living. Un almohadón debajo del brazo y otro (en forma de U) para apoyarlo a él. Una mesita al lado dónde apoyar un vaso de agua (siempre te da sed), un libro o celular o música (sueles estar un buen rato en esa posición y aprovechaba el tiempo para leer mucho), un trapito para acomodar la crema, las pezoneras, el saca-leche y todos los accesorios que usaba. Esa rutina se hizo más fácil con organización y teniendo todo a mano antes de empezar a darle el pecho. Yo no tomaba mucha agua, no es algo que acostumbro, pero si trataba de consumir mas líquidos y me alimentaba bien, variado y continuo. Creo que esta es otra clave de la lactancia.

Primeros 3 meses, acompañarnos

A partir del segundo mes, empezamos a salir a pasear. Yo ya lo necesitaba, estaba agotada del encierro. Para ese entonces, siempre tenía alguna toma en la heladera (Generalmente me la sacaba en la noche, momento de mayor producción y siguiendo el consejo de otra amiga: «nunca dejes las tomas de noche. Yo sé que te desvelas, y estas con un ojo abierto y otro pegado, y sólo quieres dormir. Sé que es difícil levantarse a tomar los elementos, y no dormirte en el proceso. Pero créeme que es cuándo mas producís porque estás descansada y hay que aprovecharlo»). Llevaba mi toma cuando salíamos, entonces me turnaba entre darle el pecho o darle la mamadera, según dónde nos agarre el hambre. Con respecto a darle en público, yo no tenía problema en hacerlo en cuanto a pudor, ya sea un restaurante, un parque, o la casa de algún amigo. Tampoco usaba esas mantas que venden aquí en México, que me parecen molestas para mi y para el bebé, sentía que lo asfixiarían y que además yo me mostraría como ocultándome de algo malo, cuando es y debe ser para todos algo natural. En Argentina este tema de la teta en publico está mas aceptado socialmente y me encanta que así sea. Soy de la idea de que la culpa, la vergüenza, el temor al que dirán nos lo tenemos que sacar nosotras mismas, no nuestro entorno. Te pueden mirar mal, quizás, pero ¿Qué importa? No me pasó de tener una situación así, por el contrario, me apoyaban las mujeres y hasta los hombres con buenos y tiernos comentarios cuando me veían alimentando a mi bebé. Me pasaba que por la ropa que llevaba puesta (un vestido entero por ejemplo) a veces no quería o no me era cómodo darle en ciertos lugares, como cuando salía a hacer del súper. Entonces, por las dudas, me llevaba una toma extra. Las salidas no eran largas, 3 o 4 horas.Nada como la tranquilidad de estar en casa, dónde ya estábamos cancheros. Usábamos otras posiciones: parados, acostados en la cama, dentro del fular, y hasta caminando! Dejé las pezoneras, de a poco. Una toma si, otra no hasta que ya no las necesité. Viajamos en avión y la lactancia me vino perfecto para el viaje: la teta era el somnífero, los acompañantes contentos que no había chillidos en el vuelo. Durante este tiempo fue cuando más entendí lo que había leído en el libro «La maternidad y el encuentro con tu propia sombra» en relación a la conexión, la transferencia, la extensión que existe de la madre al bebé. No podía separarme mas de 3 horas de él. Me llamaba con la leche, me necesitaba y yo a él. Estos fueron meses de entendimiento mutuo y tranquilidad, complicidad.

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Mes 4 y la vuelta al trabajo

Nuevamente seguí con los consejos de amigas, esta vez de compañeras de trabajo. Saca-leches automático, sala de lactancia en la oficina (debo decir que es una muy buena acción de mi empresa) , horarios agendados para la extracción, mucha paciencia, organización y amor. Esa fue la fórmula. Durante la extracción pensaba en él, miraba sus fotos y sus videos de la guardería. Y funcionaba! La leche fluía. Confieso que esta no fue una etapa muy tranquila. Corría todo el día para cumplir horarios y poder ir 3 veces a la sala de lactancia (que con el tiempo se redujeron a dos y luego a uno). Era mi oasis en la oficina, mi horario de comida, mi único descanso. Lo difícil era cuando tenía algunas reuniones y debía «escaparme» si o si al horario fijado. Al principio era incluso molesto, la leche se seguía produciendo y no podía pasar las horas. Saliendo de la oficina, corría a casa y lo primero que hacíamos era volver a conectarnos. En las noches, seguíamos con el colecho y la teta para dormir. En la mañana se despertaba con su toma. Para el mes 7 había tenido dos viajes por trabajo (dónde me llevé a mi bebé que quedo en guardería y con niñera en el hotel) y había corrido lo suficiente para ya estar agotada. Pero seguimos un tiempo más con la lactancia semi-exclusiva. Aquí empecé a darle leche de fórmula en su guardería y teta en casa.

Los últimos meses de teta y el famoso destete

Cuando cumplió 10 meses y empezaron los días cálidos, decidí moverlo a su pieza, su cama Montessori. El colecho ya le quedaba chico y en mi cama tenía miedo que se moviera y se cayera. Y así, sin darme cuenta, un día dejó de querer, o dejé de querer yo; no sé que fue primero. Pero así dejó la teta, naturalmente y sin ningún problema. La primera noche que no quiso, me sentí incómoda. Pero no pensé demasiado, seguí el transcurso de sus deseos. Nos destetamos. Fue muy progresivo. Hay noches que le daba un solo pecho y al otro día el otro. Hay noches que ya no le daba. Lo tomé tranquila. Ni obligación, ni deuda; era lo que en ese momento quisimos los dos.

Mis conclusiones 

El mayor consejo que puedo dar es pasar por este momento con tranquilidad, confianza, seguridad en uno misma, como mamá y también en el bebé. Seguir los instintos. Meditar y disfrutar, porque parece eterno en el momento, pero dura poco.

Agradezco los consejos de amigas, las lecturas y los productos que existen hoy en día en el mercado. Creo que es importante la naturalidad pero también hay productos útiles que ayudan y fomentan la lactancia. Todo lo que usé durante la lactancia, fueron productos de la marca CHICCO y los recomiendo muchísimo por su utilidad y calidad. Las pezoneras, los parchecitos de algodón, el esterilizador, las mamilas, el saca-leches manual que me sirvió mucho para la casa y los viajes.   . Para el trabajo usé el saca-leche doble automático marca MEDELA, excelente para hacerlo rápido, cómodo y continuo. Y las bolsitas y accesorios de almacenamiento.

Si te gustó esta nota, compártela! Si me quieres consultar algo, escríbeme: actitudmontessori@gmail.com. No soy experta en lactancia, ni asesora, ni médica. Soy una mamá que tuvo una feliz experiencia y desde mi lugar, en lo que pueda ayudar a difundir la lactancia materna, yo haré lo posible para ayudarte. Gracias por leerme y recomendarme.

 

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2 comentarios en “Nuestra experiencia con la lactancia”

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